Y si hubiera pasado esto en un debate...?
Cuando es la última vez
que ha llorado Sr. Presidente…?
La pregunta lo cogió por sorpresa. En ese momento se
encontraba cómodo. Estaban justo a la mitad del debate con el líder de la
oposición y tenía la sensación de que lo iba ganando. Era el gran debate. Se
había preparado concienzudamente con sus asesores en los últimos días.
A pesar
de los cuatro años de gobierno con mucha dificultades, una políticas de
austeridad, de recortes impuestos por gobiernos extranjeros y el gran poder
económico mundial, de la corrupción inacabable en su partido, de gobernar como
decían muchos para una minoría elitista e ir cercenando el llamado estado de
bienestar, rescatando a la gran banca y descapitalizando a las clases medias y
bajas, a pesar de todo, las encuestas le seguían dando como ganador.
Por eso, se quedó como petrificado mirando a su opositor…,
que le estaba preguntado…?.
Se había preparado
para hablar de la gran recuperación económica, sabía desde hacía tiempo que se
sentía fuerte porque tenía un grupo de votantes y seguidores fieles y un país que al
hacerse viejo siempre preferiría lo malo
conocido que lo bueno por conocer…, eso según los sociólogos y sobre todo según
los medios de comunicación que controlaba.
Quería destrozar a su
oponente comentándole que no tenía autoridad en su partido, porque no tenía
carisma, que era solo una cara bonita sin argumentos y que sus políticas de un
pretendido acento socialista no tenían cabida en un mundo donde la economía
liberal lo era todo.
No calculó el tiempo, no se dio cuenta que los segundos
pasaban demasiado rápido y seguía sin articular palabra.
La cámara tomó un primer plano, su mirada era una mezcla de
sorpresa e ira, apenas hizo un gesto
para balbucear las palabras que estaban atascadas en su nuez y envueltas en una saliva amarga
que le impedía pronunciarlas.
Millones de espectadores vieron el momento de duda del
presidente. Vieron la sonrisa cínica que se dibujó en su cara y sobre todo
vieron y escucharon su silencio. La gente en sus casas, también aguardaban
atónitos esperando una respuesta. Incluso la periodista que moderaba el debate
reconocida por su particular forma de “acosar” a sus entrevistados no supo cómo
reaccionar. Asistía incrédula en una posición privilegiada a aquel momento
único en la historia de la política y de la televisión de su país…
“ Sr. Presidente…”, le inquirió…
Un minuto, un largo minuto en “silencio” en el debate decisivo.
La pregunta de la
presentadora le hizo desalivar las palabras y el ajuste de su mano acomodándose
el nudo de la corbata empujó a las palabras atascadas.
Las que salieron en un
tono altivo fueron…
“Llorar, yo no tengo tiempo para
llorar,… llorar es de débiles, al trabajo y sobre todo al gobierno se ha de venir
llorado”.
Justo en ese momento al ver la mirada de su oponente, le
vinieron cientos de imágenes de gente llorando, los estafados por aquel gran
robo de las preferentes, los desahuciados de sus casas, los que perdieron a sus
seres queridos por los recortes en sanidad, los que no tenían trabajo, los que
para buscarlo tienen que dejar su país, las víctimas de una sangría de
violencia machista intolerable, los…
En ese instante sintió que había perdido el debate y quizás
posiblemente también la presidencia del país…
Se despertó sobresaltado..., había sido un mal sueño. La Lágrima se quedó esperando...